lunes, 29 de septiembre de 2014

LA FELICIDAD NO ES UNA TECNOLOGÍA


El pasado viernes 26 de septiembre dio una conferencia en la Biblioteca Pública un monje budista llamado Guen Rigden. Seguramente, nunca han oído hablar de él, ni lo han visto en Sálvame, ni en algún otro programa bazofia de la tele, ¿verdad? Pues resulta que al evento acudieron cientos de personas, tantas que el salón de actos se desbordó y la inmensa mayoría se quedó fuera. Ya habrían querido los socialistas locales congregar una multitud así en torno a Pedro Sánchez sin necesidad de tocar el pito o, más bien, las trompetas de Jericó.

Resulta curioso, ¿no es cierto?, que aquí, en el rastrojo manchego, en una ciudad que acaba de vivir la apoteosis pantagruélica de la Virgen de los Llanos, un apóstol de Buda que viene a hablar de la felicidad tenga tanto éxito. ¿Tan desdichados somos? ¿Tan perdidos estamos? ¿Tan cansado está el personal de las promesas de los líderes políticos y de las monsergas sacerdotales? ¿O se tratará de un nuevo triunfo del lobby gay, como diría el obispo de Alcalá de Henares?

Bueno, lo cierto es que vivimos en la sociedad de la frustración. Frustración, porque los paradigmas vigentes (ideológicos, éticos, religiosos…) han dejado de dar respuestas satisfactorias a nuestros interrogantes; frustración, porque el sistema económico escamotea un futuro digno a millones de personas; y también frustración porque la publicidad y la cultura dominante intentan convencernos continuamente de que la posesión ilimitada de bienes materiales conduce a la felicidad, y eso no es así. Muy al contrario, la acumulación de prendas, cacharros, mandos, pantallas… acaba por lo general embarullando nuestra mente, dispersando nuestra atención y cortocircuitando nuestra comunicación con los demás. Y es ahí, en ese territorio atormentado de la vida interior de los individuos, donde el budismo, que no es exactamente una religión porque no tiene dioses, proporciona una serie de técnicas eficaces para reducir el flujo de pensamientos inútiles, eliminar sentimientos tóxicos (principalmente el miedo), muscular la concentración y, finalmente, paladear el aquí y el ahora, que es lo que de verdad existe. Mindfulness, deja de preocuparte y empieza vivir, se titulaba la conferencia de Guen Rigden a modo de resumen de contenidos.

¿Consiste en eso la felicidad? Pues no sabemos. Desde luego, hay gente que ha alcanzado cierta “paz interior” en estos o similares entornos, y nos parece muy bien. Pero en ese “deja de preocuparte” hay algo que no nos termina de satisfacer del todo. Decía Bakunin que sólo podemos ser libres si el resto de seres humanos también son libres. Con la felicidad pasa igual. Nos cuesta trabajo pensar que alguien puede llegar a ser realmente feliz levitando ensimismado sobre un océano de miserias. El mundo está en manos de tiburones que no dudan un ápice en reventar el planeta por todas las costuras y en condenar a media humanidad a la pobreza con tal de enriquecerse. En nuestro país, la corrupción carcome nuestras instituciones y la democracia se ha convertido en un formalismo vacío de contenido al servicio de los poderes financieros, que son los que realmente mandan. Las desigualdades crecen. La educación pública, disminuida y masificada, cada vez promueve menos el ascenso social de los más desfavorecidos. Nuestro sistema sanitario ha dejado en el desamparo a casi un millón de personas… Ante tal panorama, ¿nos contentamos con concentrarnos en nuestra respiración e imaginar que proyectamos luz hacia el exterior? ¿Podemos ser felices despreocupándonos de lo que nos rodea? A nuestro juicio, no. A nuestro juicio, por el contrario, es precisamente el activismo, la preocupación por los demás, el compromiso con la verdad y la lucha por la justicia lo único que puede reconciliarnos con nosotros mismos. Es la coherencia, es decir, la adecuación entre nuestras ideas y nuestras acciones, lo que nos puede conducir a ese cierto estado de plenitud que solemos denominar felicidad, antes que ninguna tecnología de la mente.






* El Colectivo Puente Madera está formado por Enrique Cerro, Esteban Ortiz, Elías Rovira y Javier Sánchez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario