Artículo publicado en el Diario "La Verdad" (Edición Albacete). 14.06.2012
*COLECTIVO PUENTE MADERA
Pobres maestros. Pobres maestras.
En la escuela se enseña a los niños a decir la verdad, pero los
mandamases han convertido la mentira en una estrategia de poder. Mentía el jefe
de gobierno que veía armas de
destrucción masiva donde no las había, mentía el que veía brotes verdes en
medio del rastrojo más absoluto, mentía el que hasta hace unos días negaba la
posibilidad de un rescate para la banca española. Y mienten sistemáticamente durante
las elecciones cuando ocultan a los españoles su verdadero programa de
gobierno.
En la escuela se enseña a los niños a trabajar por la paz, pero
mientras tanto su rey, que es primo de los Reyes Magos porque todos los reyes
son familia, hace de intermediario para que una empresa española venda 200
tanques a Arabia Saudí, una monarquía medieval y una de las dictaduras más
crueles del mundo. Y en Albacete se instala una fábrica de helicópteros de
combate, y una Escuela de Pilotos de la OTAN, y se cierra el Centro de Interpretación
de la Paz.
En la escuela se enseña a los niños a proteger la naturaleza, pero los
sucesivos gobiernos autorizan edificaciones aberrantes en la costa, como el
Algarrobico, defienden los intereses de las multinacionales petroleras,
construyen cementerios nucleares, reducen las plantillas de agentes
contraincendios y dejan morir las plantas en los viveros municipales.
En la escuela se enseña a los niños a ayudar a quienes lo necesiten,
pero de los presupuestos públicos desaparecen las partidas destinadas a
cooperación, de modo que en otras partes chavales como ellos se quedarán sin
vacunas, o sin agua corriente, o sin colegio, o sin alimentos básicos, o sin
libros, o sin unas gafitas para leerlos…
En la escuela se enseña a los niños a utilizar la razón como principal
herramienta para resolver los problemas, pero nuestro actual presidente basó su
campaña en que harían las cosas “como Dios manda”, y nuestra Ministra de
Trabajo está convencida de que saldremos de la crisis gracias al “capote de la
Virgen del Rocío”.
En la escuela se enseña a los niños que no se puede discriminar a nadie
por su sexo, color o religión, pero en España los moros y los morenos son
objeto de controles y redadas indiscriminadas. Levantar una mezquita es poco
menos que imposible; si se trata de una iglesia, ponemos el suelo gratis entre
todos y la administración concede ayudas y beneficios fiscales a pajera
abierta.
En la escuela se enseña a los niños a ser responsables y a dar la cara
cuando han hecho algo mal, pero en España se ha hundido el sistema bancario y
nadie tiene la culpa. Los altos directivos se forran de millones y, mientras
tanto, el presidente del gobierno se va a ver un partido de fútbol a Polonia.
En la escuela se enseña a los niños que todos somos iguales ante la ley,
pero los ricos y los poderosos son indultados, o sus delitos misteriosamente
prescriben, o los jueces que los deben juzgar piden el traslado, o los
tribunales consideran que sus acciones no son objeto de investigación.
En la escuela se enseña a los niños que todos debemos pagar impuestos,
pero el gobierno amnistía a los grandes defraudadores, las leyes permiten
paraísos fiscales como las SICAV, los bancos han sido cómplices de la evasión
de impuestos y el pueblo sigue sin saber qué ocurre con las cuentas de la Casa
Real. Ah, y los futbolistas de la selección nacional que tanto admiramos tributan
sus primas fuera de España para ahorrarse unos dinerillos a costa del erario
público.
Podemos decir, por lo tanto, que hay dos escuelas: en una, los maestros
enseñan a los niños a ser buenos ciudadanos; en la otra, toda una floresta de
malandrines, facinerosos y chupatintas les enseñan que todo eso de la
democracia, la justicia y la igualdad no es más que un cuento. El telediario
contradice radicalmente al aula. La realidad, a los programas pedagógicos. Y
así no hay manera.
En fin. Pobres niños. Pobres maestros. Pobres maestras. Pobre país.
Pobres.
*El Colectivo Puente Madera está formado por Enrique Cerro, Esteban Ortiz, Elías Rovira y Javier Sánchez