lunes, 6 de octubre de 2014

ENTERRANDO



Enterrando. Es el gerundio que mejor conjuga esta cosa en la que  está siendo convertida Occidente cuando no sabe qué hacer con un problema: bombardearlo hasta enterrarlo. El ejemplo más claro, más presente, es del “Estado Islámico”. Sus criminales acciones merecen toda nuestra repulsa. ¿Merecen, también, todas las bombas?

Occidente, Europa, Estados Unidos, la OTAN, han parido y alimentado criaturas como las del Estado Islámico. Lo vienen haciendo desde hace décadas, lo hacen hoy en día. No importa utilizar cualquier medio para desestabilizar a los estados que no les sonríen, sobre todo porque su sonrisa tiene el negro color del petróleo. Lo han hecho con todos los países de Oriente Próximo y del Norte de África. Nada queda en pie por donde ellos lanzan sus campañas de democratización. Jé, democratización, qué vergüenza… ¿Puede alguien en su sano juicio decir que la situación en Iraq, Libia, Afganistán o Siria es mejor ahora que antes de las intervenciones occidentales?

Cada vez que en su tablero de ajedrez mueven un alfil contra el rey del enemigo, el alfil se convierte en una reina que amenaza a sus progenitores. Contra la URSS alimentaron al monstruo de Al-Quaeda que derribó las torres gemelas; contra Irán y los chiítas, al dictador Sadam; contra los kurdos que amenazaban a Turquía, a Sadam Hussein; contra el dictador Sadam, a los chiítas y los kurdos; contra Gadafi, las bandas de extremistas que terminaron asesinando al embajador estadounidense; contra Siria, a la oposición extremista yihadista del Estado Islámico… y, ahora, contra el Estado Islámico, el último monstruo parido en su torbellino de caótica locura, no les quedan más argumentos que las bombas.

¡Qué diablos!, dirán… como no tenemos ni idea de cómo resolver esto embrollo que hemos creado, como no sabemos qué hacer con esto, usemos nuestro TLP para bombardearlo hasta enterrarlo. Y así van, dando tumbos, desnortados, convirtiendo la situación política en Oriente en un desastroso volcán cuyas erupciones son cada vez más peligrosas y sangrientas. Con la ventaja, eso sí, de que pueden dar salida a su material bélico y reponerlo por uno más nuevecito y mortífero, mientras millones de personas, que vivían no en el mundo más perfecto pero sí relativamente en paz, ven sus vidas arrasadas.

Porque, con todos sus grupos de estudiosos, con todos sus expertos y todos sus agentes y diplomáticos, parecen no querer buscar otra opción que la militar: destruir y destruir, destruir pueblos y naciones enteras, esperando que un día todo se resuelva con el exterminio del oponente. Solo hay una constante, una única brújula que para ellos siempre marca el norte: Israel es nuestro aliado, haga lo que haga, aunque extermine a todos los palestinos del mundo.

Y así discurre nuestra historia hoy, una historia que es ya global, y de la que nuestro país, tristemente, también es comparsa corresponsable. ¿Alguien en este gobierno se ha sentado por un momento a analizar cuáles son las causas de todo el embrollo de Oriente Próximo para proponer alguna solución? ¿Alguien se ha parado a pensar sobre si el simple bombardeo no hace sino multiplicar el caos? Nada, nadie en nuestro gobierno tiene una pizca de voz propia sobre todo esto: el país va hacia donde le dicen y cuando le dice. Y, eso sí, detrás vamos todos… ¿hacia dónde? Busquen la respuesta en otra parte, nuestros dirigentes no es que no la encuentren, es que no buscan respuestas, solo saben encoger los hombros y bombardear para ganar tiempo al tiempo. Como Dios manda, que diría Rajoy.





*El Colectivo Puente Madera está formado por Enrique Cerro, Esteban Ortiz, Elías Rovira y Javier Sánchez.









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