sábado, 11 de agosto de 2012

LOS POLÍTICOS, LAS POLÍTICAS Y UNA RODAJA DE MORTADELA

*Colectivo Puente Madera

Artículo publicado en el diario "La Verdad" (Edición Albacete). 11-08-2012
Durante las pasadas elecciones, un jovenzuelo que alardeaba de inconformista nos comentó que había introducido en la urna una rodaja de mortadela: “Los políticos son todos iguales”, argumentaba para justificar su voto charcutero. Desde luego, comprendemos que el disgusto cunda por doquier, y que la gente esté harta de unos privilegios legales que se concibieron para mantener a sus señorías callados y sumisos, pero de ahí a meter a todos en el mismo saco media un abismo.

            Porque ¡en absoluto son todos iguales! En primer lugar, hay que distinguir a los corruptos, de los que no lo son. Quienes gritan indiscriminadamente aquello de “no hay pan para tanto chorizo” cometen una injusticia impropia de quienes aspiran a una regeneración democrática. No se debe confundir a los implicados en la Gürtel, por ejemplo, con la legión de alcaldes y concejales que se dejan la piel luchando por el progreso de sus localidades sin otro beneficio que la satisfacción del deber cumplido. Tampoco hay que confundir a quienes, dentro de la legalidad, han hecho de la política una fuente de enriquecimiento, como Felipe González y José María Aznar, que ingresan cantidades astronómicas como consejeros de oligopolios energéticos mientras siguen cobrando sus sueldos de ex presidentes,  con políticos como Julio Anguita, que renunció a su paga vitalicia como ex parlamentario porque “con mi pensión de maestro tengo bastante”. Ni están hechos del mismo percal los diputados que cobran dietas de alojamiento teniendo piso en Madrid y los que, como ocurre en el caso de IU, han renunciado a los planes de pensiones privados del Congreso, viajan en clase turista y tienen prohibido estatutariamente ingresar dos salarios como cargos públicos. ¡Ya podían aprender algunas en Castilla-La Mancha!
 

  No, sin duda no todos los políticos son iguales. Ni todas las políticas. Mientras unos cargan el coste de la crisis sobre la clase trabajadora y amnistían a los grandes defraudadores, otros plantean una reforma fiscal progresiva y la persecución del fraude como forma de acabar con el déficit estructural; mientras unos regalan a los bancos miles de millones de euros, otros proponen exigir responsabilidades a sus directivos y reclaman una banca pública; mientras unos están dispuestos a privatizar hasta los palos del sombrajo, otros defienden los servicios públicos como garantía de igualdad en ámbitos tan vitales como la educación, la salud, la dependencia…; mientras unos se aferran a una ley electoral fraudulenta y a una forma de estado heredada del franquismo, otros reivindican que todos los votos valgan lo mismo y que todas las magistraturas del estado sean electivas… 
 
            En fin, afirmar que todos son iguales es una simpleza desmovilizadora que solo beneficia a quienes están instalados en el poder. Actualmente nuestras calles son un hervidero de vitalidad social, y eso es un efecto positivo de la crisis. Pero ello no debe implicar que renunciemos a la acción política dentro de las instituciones. Cierto movimiento ciudadano denominado Plataforma ¡en Pie!, que se define como  antineoliberal,  anticapitalista y democrático”, ha lanzado un llamamiento para rodear el Congreso el 25 de septiembre con el fin de forzar “la  devolución de los poderes al pueblo” y crear “una nueva constitución”, según se lee en su Documento Base, donde se advierte, además, de “que se trata de una propuesta pacífica, pero no “pacifista”,  aceptamos la legítima defensa y el respeto a diferentes formas de lucha”. Nos preocupa el tema y el tono.
 
Al respecto, se nos ocurre que, si se trata de derribar al gobierno, lo que quizás habría que sitiar es La Moncloa; y si el objetivo es acabar con  el capitalismo, lo más oportuno sería asediar la Bolsa, el Banco de España o las flamantes sedes de la banca privada. Por otro lado, no podemos dejar de pensar que si hace unos meses la rebeldía se hubiese traducido en más sufragios efectivos y menos rodajas de mortadela, ahora el Congreso podría estar elegantemente “ocupado” por diputados dispuestos a depositar la soberanía en el pueblo y a gobernar en su favor. Y sin necesidad de plantear una prueba de fuerza de consecuencias impredecibles.
 

* El Colectivo Puente Madera está formado por Enrique Cerro, Esteban Ortiz, Elías Rovira y Javier Sánchez.

 
 
 

2 comentarios:

  1. Buen artículo, como siempre.
    Por cierto os lo he subido a Meneame, aquí: http://www.meneame.net/story/politicos-politicas-rodaja-mortadela
    por lo que podéis votarlo y reenviarlo a vuestras direcciones.
    Que os sean leve estos calores y estos recortes.

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  2. no esta mal la idea, pero... ¿que hacemos con la ley electoral? Y, por otra parte, ¿que hacemos con la disciplina de partido? por que, si es así, me sobra la representación territorial. Veasé sino, lo que les paso a diputados que votaron en contra del plan de la minería, sin acatar el mandato de su partido. Con acudir a las votaciones del pleno, un diputado por partido, con representación proporcional del numero de votos obtenidos en todo el territorio nacional, seria suficiente.

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