lunes, 16 de junio de 2014

REPRESIÓN



Érase un país donde la autoridad incompetente reprimía brutalmente las expresiones libres de sus ciudadanos, que se manifestaban en contra de los recortes de sus derechos sociales y realizaban huelgas para expresar el profundo retroceso en su dramática situación laboral.  Era algo esperpéntico, llegando al extremo que algunos componentes de los piquetes informativos eran sentenciados a tres años y un día de prisión, por unos tribunales que inexplicablemente impartían algo llamado justicia, sin que nosotros y muchísima gente pudiéramos considerarla como tal. Se había perdido totalmente el norte en la clase política gobernante y en algunos miembros de la carrera fiscal y judicial, que bajo presiones o extraños intereses estaban persiguiendo a los de abajo.

No crean que lo anterior ha ocurrido en épocas pasadas y en dictaduras de fuera de nuestras fronteras. Ni mucho menos. Es en la actualidad y en España. Hablamos de represión, persecución y algo muy grave como es el encarcelamiento por protestar en defensa de lo que nos arrebatan día a día, con el silencio y ocultamiento de algunos medios de comunicación de esta vergonzante situación.

Mientras, en Españistán se quiere aforar y dar privilegios, por encima de la ley, a los monarcas salientes. El PP quiere apresuradamente blindar indefinidamente a Sofía y Juan Carlos, haciendo caso omiso a la tan cacareada máxima que “la justicia es igual para todos”. ¡Y un pijo!, con perdón. Los hechos hablan por sí solos, pues los tres años y un día de cárcel para Carlos y Carmen parecen fuera de todo lugar, así en pleno siglo XXI tendremos “presos políticos” por luchar en la defensa de los derechos de los trabajadores y trabajadoras, y la sangre azul estará por encima del bien y del mal, fuera de control y amasando fortunas desconocidas. Asombroso e inexplicable.

El caso de Carlos y Carmen no es un caso aislado, ni mucho menos. También están los 8 de Airbus para los que el fiscal pide 8 años de cárcel, están Tamara y Ana condenadas a 3 años de prisión, Katiana Vicens a la que se le piden 4 años de encarcelamiento y así hasta más de 60 procesos abiertos contra más de 200 sindicalistas. No salimos de nuestra sorpresa como se persigue con máxima celeridad a los que defienden a la clase trabajadora, llevándoles una temporada larga entre rejas, para que sean decisiones ejemplarizantes y que no cunda la legítima protesta. Esto no tiene comparación con la lentitud y la pasividad con que la justicia actúa con los delincuentes de guante blanco. Nada que ver con las leves condenas que se imponen a los corruptos y a los delincuentes económicos, a pesar de que estos sí que siembran alarma social entre la ciudadanía. Algo falla en nuestra justicia cuando se deja libre a los miembros de un Consejo de administración de una antigua Caja de ahorros por el simple hecho de devolver una suculenta pensión millonaria ilegal y por otro lado estas entidades usureras siguen practicando desahucios a gente humilde que no pueden renegociar su hipoteca.

La mal llamada Transición ha quedado al descubierto con las mentiras vendidas una y mil veces. Ya no nos sirve este paripé. Es tiempo de seguir reclamando en las calles por nuestros derechos, por otra justicia, por la defensa de lo público, por lo que nos corresponde. Es tiempo de ruptura, de luchar contra esta maldita represión y que se realice un proceso constituyente de esperanza, en donde la mayoría de la población se sienta protegida y reconocida. Otra justicia es posible, pero tendremos que construirla entre todas y todos con auténtica determinación.



*El Colectivo Puente Madera está formado por Enrique Cerro, Esteban Ortiz, Elías Rovira y Javier Sánchez



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