jueves, 14 de marzo de 2013

San Pedro, Casas de Lázaro, Bogarra … y el medio ambiente

Artículo publicado en el diario La Verdad (Edición Albacete). 14-03-2013

 

*COLECTIVO PUENTE MADERA

 
El tiempo pasa, pero viejos tics de la rancia y profunda celtiberia no parecen desaparecer. El asunto de la protección al medio ambiente, la naturaleza… cuesta que termine por calar.

No hace tantos años, los señoritos y caciques de turno hacían y deshacían a su antojo con la connivencia de las autoridades de turno. Hoy, de forma mucho más sutil y amparados por una supuesta legalidad, es cosa de comprar. La idea no es evitar que se produzcan daños, sino que se puedan causar... pero pagando. El abono de dinero o los bienes, aunque escasos, pueden servir de coartada para seguir haciendo lo que plazca.

Hemos sabido de la generosidad de Ayuntamientos de San Pedro y Casas de Lázaro con el Marquesado de Melgarejo. A cambio de unas hectáreas de secano y la posibilidad de conexión de vías, que hoy ya son posibles, permiten una serie de agresiones al Patrimonio Histórico-cultural y ecológico de la zona: Cañadas, acequias árabes, yacimientos neolíticos e íberos entre otras infraestructuras más, quedan claramente amenazadas. De nada han parecido servir los preocupantes informes de la Confederación Hidrográfica del Júcar, el Servicio de Patrimonio Cultural, el Servicio de Montes y Espacios Naturales, la Sociedad Albacetense de Ornitología o que alguna de las Cañadas afectadas tenga incluso consideración por Ley de Especial Interés Cultural.

Es más de lo mismo, una vuelta de tuerca buscando recovecos legales, para hacer cuantos desaguisados convengan a los de siempre. Las formas cambian (y tampoco mucho) para que los de siempre puedan seguir haciendo lo de siempre. Afortunadamente ya hay gente que está alzando la voz y ojalá impere finalmente el sentido común. Nuestro más sincero apoyo a esas iniciativas.

Y por otros pagos también de la provincia, concretamente en uno de los frecuentes paseos por el hermoso pueblo de Bogarra, nos llaman la atención antes de llegar al pueblo unas señales con pintadas amenazantes. Ya en el pueblo continuamos viendo obvias señales de amenazas o por el contrario de defensa, conteniendo a veces un nombre de mujer. En el primer bar, con las cañas, surge la siempre fácil cháchara con los lugareños. Todo fluye, pero al sacar el tema de las pintadas, pancartas, etc., la gente evita hablar del tema o cambia la voz. Con algunos, finalmente es posible hablar aunque parecen hacerlo como a escondidas, con miedo, conversaciones que se repiten en fondo y forma en otros lugares y otros lugareños. Nos hablan de cómo quienes están por la labor de saltarse las normas básicas y legales de convivencia o las de respeto por los animales, son acosados y acosadas; refieren formas que recuerdan más a familias mafiosas y caciques preconstitucionales que a los propios de estos tiempos. Nos hablan de cómo quienes simplemente pretenden el cumplimento de lo estipulado, se convierten en perseguidos y perseguidas. Todo muy sutil, o al menos evitando exageraciones que llamen la atención más allá de las lindes del pueblo, casi pareciendo que todo parezca un accidente. Finalmente, nos damos cuenta que si apenas arañando unos instantes sobre el tema, nos llega un olor realmente inquietante, qué no habrá debajo si alguien se dedicara a conocer a fondo el asunto y evitar que, como siempre, los más débiles sean los más perjudicados. Efectivamente, sería muy bueno que alguien no implicado directamente en los asuntos, investigue y ponga orden. Ahora que aún se está a tiempo, porque no defender legalmente a quienes a su vez defienden la legalidad, puede a larga salir costoso. Y eso, es una tarea de todos y todas, pero muy especialmente de quienes están en lo más alto y están obligados a hacer que aquellos sobre quienes tienen responsabilidad, mantengan actitudes respetuosas. Así lo esperamos y deseamos nosotros, mucha de la buena gente de estos pueblos y del mundo en general.
 
 
*El Colectivo Puente Madera está formado por Enrique Cerro, Esteban Ortiz, Elías Rovirá y Javier Sánchez

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