lunes, 27 de enero de 2014

Mariano, el Dooh Nibor de hoy


Hay quienes creen que todo el mundo es bueno. Los hay que piensan que todo el mundo es malo por naturaleza. Lo que el día a día nos deja es que hay gente buena y solidaria, muchísima, y gente capaz de que otro se reviente a trabajar para hacerse rico a su costa, o incluso consentir que haya personas que mueran de hambre por ganarse unos duros más para sus cuentas.

Resulta imposible para cualquier persona con un mínimo de sensibilidad, leer o escuchar el reciente informe de la reconocida Oxfam Intermón titulado “Gobernar para las élites”, sin perturbarse. Con datos rigurosos, nos dicen, nos informan, nos gritan desgarradamente que, por ejemplo, 85 personas amontonan la misma riqueza que los 3.570 millones de personas más pobres del planeta. Pongámosles ceros: 85 = 3.570.000.000. Incluso estéticamente hace daño a la vista. Para quienes crean que esto queda lejos y es ajeno, afirman que en Europa, en nuestra vieja y admirada Europa, los beneficios de los 10 individuos más ricos (217.000 millones de euros) son superiores al monto total de las medidas de apoyo y motivación económica tomadas en Europa entre los cruciales años 2008 y 2010 (200.000 millones de euros).

La evolución, lejos de ir a mejor, va a peor, cada vez el reparto de la riqueza es más injusto y cada vez, con crisis o sin ella, los ricos son más ricos y los pobres más pobres. ¿Por qué? Pues hasta no hace tanto, el poder político ejercía cierto control sobre el económico, era posible en cierta medida contener algo los desajustes, pero el capitalismo ha sido capaz de, sutilmente, eliminar dicho control, de forma que es el poder económico quien ejerce control sobre el político, llegando incluso a decidir cuándo cambiar una Constitución de la noche a la mañana. El efecto globalizador que además le están imprimiendo a su poder, tiende a dificultar cualquier acción que quiera subvertir el proceso, desdibujando además los efectos de los escasos intentos que se suceden. Pero como, tirando de tópicos, hasta el camino más largo se comienza con un paso, habrá que comenzar a andar para acabar finalmente con estas políticas y poderes asesinos, y para ello es conveniente elegir bien qué camino tomar y con quién se pretende recorrer.

En nuestro país, Rajoy parece tener muy claro cuál es el suyo: ya le llaman el Dooh Nibor, es decir, un Robin Hood pero al contrario, que roba a quienes más lo necesitan para dárselo a los ricos. Y así dice estar sacándonos de la crisis: les quito buena parte de la sanidad,  de sus recursos sociales, de la educación, les quito parte del salario y todo para grandes empresarios y la Banca, quienes tal vez algún día reboten un porcentaje ínfimo para que esto siga funcionando y se pueda decir que salimos de la crisis. Dicen que Juan Carlos, el rey, en vez de Dooh Nibor prefiere llamarle Zenemij Orruc, que no es que sea serbio, es sencillamente lo contrario de Curro Jiménez, un personaje mucho más cercano y que además actuaba en la más próxima Serranía de Ronda y no en los señoriales bosques de Sherwood, que deben ser reservados a la nobleza. Ya saben, Juan Carlos ¡es tan sencillo y campechano! No pretendemos banalizar ni tomar a broma tan trascendente tema, pero es que de otra forma es indigerible.

En fin, lo dicho, hay camino por delante, pero ello no va a impedir que, esa buena gente, que la hay a millones, se ponga manos a la obra y devuelvan el poder y los bienes a sus verdaderos dueños y a quienes los merecen.



*El Colectivo Puente Madera está formado por Enrique Cerro, Esteban Ortiz, Elías Rovira y Javier Sánchez

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