*Colectivo Puente Madera
Hay seres humanos que nadan en la
riqueza robada a sus congéneres. Medran en los recovecos de un sistema injusto
que otros como ellos han apuntalado para que todo sea como siempre, para que el empobrecimiento de los ya pobres
enriquezca más a los ya ricos. Esos seres son, entre otros, los directivos
de los bancos
europeos multados esta semana por la Comisión Europea por conspirar para
elevar artificialmente el Euribor. Los segundos, las víctimas del parasitismo,
son todos los millones de europeos que han pagado de
más por las hipotecas porque esos banqueros han conspirado para robarles.
La Comisión va a
multar a los bancos pero… ¿qué pasa con sus directivos? Las entidades pagarán
la multa con parte del
dinero que previamente han robado a sus clientes, a todos nosotros. ¿Y ahí
quedará todo? ¿No hay responsabilidad
individual por toda esta gigantesca estafa, por este robo mastodóntico? ¿No son
ladrones los directivos de los bancos? ¿No tienen nombre, apellidos y cara, los
altos ejecutivos que decidieron robar a los europeos? ¿No tienen nada que
explicarnos Frédéric Oudéa, presidente de la francesa Société Générale, Jürgen Fitschen,
copresidente del alemán Deutsche Bank, o
los presidentes de RSB, JP Morgan, Citigroup, RP Martin, UBS y Barclays? ¿Nada
que justificar el francés Frédéric Oudéa,
que ya en 2009 intentó hacerse con un lote de “stock options”
de casi 25 millones de euros? ¿Nada que explicar el alemán Jürgen
Fitschen, bajo investigación por evasión de impuestos? Ellos, los adalides
del capitalismo liberal, han manipulado uno de sus supuestos mandamientos (la
libre competencia) para amañar al alza un índice con el que asfixiar a todas
las familias… ¿y no va a suceder nada? ¿No va a pasarles nada? ¿Dónde está, entonces, la
justicia? ¿Existe la justicia?
Parece increíble que esos
banqueros, esas ratas, pertenezcan a la misma especie que Nelson Mandela. Parece
mentira que un hombre que resiste en
una celda 27 años, y sale de ella con los bolsillos vacíos pero el corazón
lleno de sabiduría y concordia, sea congénere de quienes no tienen escrúpulos
en robar a millones de personas para acumular millones de euros en cuentas
opacas, coches, yates, mansiones… Mandela, gigante de la Historia, hombre
admirable, estuvo confinado en condiciones miserables en una celda que los
banqueros europeos, ratas de la historia de la infamia, nunca olerán ni de
lejos. Cuesta creer que quien sin pedir nada a cambio dio toda su vida por la
igualdad y la justicia, tenga algunos genes en común con los miserables que
impunemente despojan
a sus conciudadanos para, después, exigirles a través de los gobiernos que
ellos mismos controlan que se aprieten más el cinturón para “salvar a la
banca”.
Tenemos que ser más Mandelas,
tenemos que extender y explicar sin descanso su ejemplo generoso a niños y
jóvenes. Por eso mismo es ya inaplazable terminar con la impunidad con la que
algunos emponzoñan todo lo que de hermosamente gigantesco tiene la especie
humana. No hay democracia sin igualdad, y no hay igualdad sin justicia, y no
hay justicia si no hay cárcel para los banqueros y los políticos capitalistas
que amparan su corrupción. Cárcel
para ellos y, con el mismo afán de justicia, honores para los faros que nos
muestran que somos capaces de lo más grande, honores para Mandela y para todos
los gigantes que nos son imprescindibles porque luchan toda la vida. Adiós, Madiba.
@CPuenteMaderaAB
*El Colectivo Puente Madera está formado por Enrique Cerro, Esteban Ortiz, Elías Rovira y Javier Sánchez
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