martes, 9 de julio de 2013

Alucinando en el poder

BROTES ROJOS(*)
Colectivo Puente Madera




Está claro que el poder no le sienta bien a todo el mundo. A unos les viene grande, a otros se les indigesta, a algunos les quita el sueño y a muchos, por desgracia, se les sube a la cabeza. No es nada nuevo. Calígula nombró senador a su caballo (otros nombraron a Bárcenas, que igual es peor), Isabel la Católica no quería cambiarse de camisa, Alfonso XIII pensaba que su pueblo lo amaba y Franco estaba convencido de que era Caudillo por la gracia de Dios. Lo que decíamos: todos como auténticas cabras. Y lo dicho no es más que un botón de muestra.
            En nuestros tiempos, a veces también da la impresión de que los mandamases han ingerido algún psicotrópico, porque su visión distorsionada de la realidad solo puede ser consecuencia de alguna alteración neuronal. José María Aznar, durante su mandato, veía armas de destrucción masiva en Irak. La misión de la ONU creada para indagar acerca de su existencia no las veía, pero él sí, porque él, como Alá, sabe más. Y ahí no queda todo. En su delirio, se cree la encarnación del Superhombre nietzscheano, o mejor, mucho mejor, la reencarnación del Cid Campeador.
            Pero Ánsar no es el único que muestra graves desajustes cognitivos. Zapatero, por ejemplo, no veía nada. La ingesta de neoliberalismo le nublaba la vista, y mientras el país clamaba ante el comienzo de la crisis económica más grave de nuestra historia, él seguía tan pancho afirmando que España tenía “el sistema financiero más sólido de la comunidad internacional”. Ah, y mientras él gozaba de ilusiones psicodélicas, María Teresa Fernández de la Vega paseaba por los pasillos del Congreso con la mirada perdida y viendo brotar la verdura en el desierto.
            A Rajoy, por el contrario, la sobredosis de poder le tiene afectada el área verbal. Padece afasia, o sea, no habla, no responde a lo que le preguntan o responde con vaguedades o extravagancias como: “en cuanto a la segunda, ya y tal”. Otras veces dice algo (“Todo eso es falso”) e inmediatamente lo contrario (“salvo alguna cosa que han publicado los medios”). De una forma u otra, el caso es que sus alocuciones son más opacas que las del oráculo de Delfos.
            Por desgracia, en nuestra región también alucinan nuestros gobernantes. Marcial Marín, que ha despedido a 5000 profesores, que ha masificado las aulas hasta extremos insoportables, que ha cerrado colegios, comedores y rutas escolares, abre los ojos y ve “caminos abiertos”. Y María Dolores Cospedal, que está dejando la región como un auténtico rastrojo, dice que ve un túnel y al final ve una “luz”. Eso es lo que significa literalmente alucinar.
             Y mientras tanto ahí sigue España, paralizada por la estupefacción, la rabia y la incertidumbre.

 
@CPuenteMaderaAB


(*) Publicado en DiarioAB.com


El Colectivo Puente Madera está formado por Enrique Cerro, Esteban Ortiz, Elías Rovira y Javier Sánchez

No hay comentarios:

Publicar un comentario