viernes, 25 de septiembre de 2015

Abuelos, contadme otra vez…

*COLECTIVO PUENTE MADERA

Abuelos, contadme otra vez cómo llegasteis los refugiados a la frontera, por decenas de miles,  atemorizados, con la ropa y un hatillo, huyendo de la guerra, pendientes los mayores de los muchos niños, … contádmelo, seguro que lo recordáis, vosotros, abuelos españoles, refugiados españoles, no inmigrantes, sino refugiados de guerra que cruzasteis las fronteras de Europa en 1939… como lo hicieron millones después del fin de la segunda guerra mundial, en 1945… como repitieron los yugoeslavos en la década de 1990.

Contadme cómo os trataron y cómo deberían haberos tratado. Y decidme ahora qué pensáis al ver a esos miles de refugiados que escapan hasta las fronteras de un continente mucho más rico y supuestamente más justo que aquel de 1939. Nosotros, los españoles, que llevamos años recibiendo inmigrantes y que ahora recibiremos refugiados de guerra, hemos de mirarnos de nuevo al espejo, para ver en el rostro de cada refugiado la cara de nuestra abuela, que huyó a Francia, en la cara de cada inmigrante el rostro de nuestro padre que emigró a Suiza o la carita de nuestra hija que ha emigrado a Inglaterra.

Todo está ya dicho sobre lo que está sucediendo y lo que está por suceder, que no es otra cosa que lo normal, dentro de esa salvaje anormalidad que supone a veces el comportamiento humano: cuando hay una guerra, hay personas inocentes que huyen para salvar su vida y la de sus familias. Y el derecho internacional dice que esos seres humanos tienen derecho al asilo en cualquier otro país (Declaración Universal de los Derechos Humanos, Artículo 14). Ya está todo dicho. Ya está todo dicho sobre esa desgarradora imagen del niño Aylan, sobre las personas engañadas y metidas en los trenes húngaros como animales, sobre la violencia de los guardias fronterizos de Macedonia (ARYM) y Hungría, sobre la responsabilidad occidental en las guerras de Irak y Siria.

Ya está todo dicho, ahora falta hacer. Pero, claro, no hacer como Mariano Rajoy y su gobierno entienden porhacer… El ejemplo de Alemania es alentador. Es cierto que seguramente los demógrafos y economistas alemanes habrán calculado que los niños y jóvenes que llegan a su país son los que necesitará en el futuro a la envejecida población alemana, y que tendrán que conseguir una verdadera integración de esos cientos de miles de personas. Ese es su reto, y ese puede ser en parte su interés. Pero no es menos cierto que la mayoría de la población alemana se ha volcado ejemplar y calurosamente en el recibimiento a los refugiados, y que se están enfrentando sin miramientos a los gravísimos ataques de la ultraderecha fascista.

Si la imagen del Aylan sirvió para ablandar el corazón de algún político europeo, no fue el de Rajoy y su gobierno. Nuestro presidente se resistió hasta el final a reconocer que nos enfrentamos a una situación de catástrofe humanitaria sin precedentes en Europa desde la II Guerra Mundial. Nuestro presidente, hasta que no recibió instrucciones clarísimas (¿órdenes?) de Angela Merkel, no accedió a acoger a los refugiados sirios e iraquíes que nos corresponden.

Alemania ha comenzado, como nación entera, a afrontar el gran reto de acoger e integrar a cientos de miles de personas. No es tarea fácil, pero imaginamos que los alemanes pondrán en ello planificación, esfuerzo y recursos. Abuelo, ¿qué piensa usted que hará el gobierno español?





*El Colectivo Puente Madera está formado por Enrique Cerro, Esteban Ortiz, Elías Rovira y Javier Sánchez.

Artículo publicado por el Colectivo Puente Madera, el pasado 13 de septiembre de 2015

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