lunes, 2 de febrero de 2015

MALDITAS SEAN LAS GUERRAS


Llevamos ya unos días, por estas tierras del llano, bastante compungidos. Una nueva tragedia ha venido a ocurrir (no es nuevo), esta vez con la abultada desgracia que supone la pérdida de 11 vidas y 20 heridos.

Raro es el día que no nos entra en el correo, enviado desde cualquier rincón del mundo, uno de esos mensajes horteras con power point hablando de la amistad o de lo malísimas que son las guerras. Pareciera que es un sentimiento generalizado. También es raro el día que no recibimos noticias de las tragedias de las guerras. Unas muy cercanas, geográfica o culturalmente; otras, más lejanas, desconocidas y en países cuyo nombre cuesta o ni sabemos pronunciar. Guerras, guerras, guerras. Algo no cuadra. Siempre hay quienes lo justifican. Las guerras hacen falta para parar a los malos, que siempre son “los otros”. Los otros piensan igual. Y a los unos y a los otros, se les fomenta porque el negocio de las armas, es uno de los más grandes del mundo. Está demostrado: cuando desaparece un enemigo, aparece otro, inesperado a veces, sacado de la nada frecuentemente, pero siempre, misteriosamente, aparece otro enemigo. Por tierras, por poder, por riqueza, por religión, por cultura, por raza… siempre aparece otro enemigo. Y las gentes, esas que casi lloran cuando leen los power points horteras, acaban justificando esas guerras, para las que, obviamente, hay que estar debidamente preparados.

Cuando a Julio Anguita se le informaba de que su hijo había fallecido ejerciendo periodismo para informar de la guerra en Bagdag, sobre la marcha, sin más elucubración atinó a decir una frase lapidaria, la que sale de dentro, de las tripas, la de un padre que se acaba de enterar que pierde un hijo: “malditas sean las guerras y los canallas que las apoyan”. Otra vez Julio dando en la tecla.

Es difícil escribir cuando el dolor de haber perdido 11 vidas, aunque lejanas de procedencia, próximas por el hecho, y siempre cercanas por lo que de humano tiene compartir estas tristezas, para decir lo que, no es que vengamos a decir ahora de nuevo, sino venimos diciendo de siempre: establezcamos órdenes mundiales justos y evitaremos las guerras; pongamos la misma energía y medios que ponemos en preparar la guerra en equilibrar el mundo, y todos y todas seremos mucho más felices, no el puñado de los de siempre.

Cuando Don José decidió “premiar” a su tierra natal con una fábrica de helicópteros de arrasar aldeas, ametrallar y bombardear, cuando Don José decidió “hacernos felices” haciéndonos tragar a escasos kilómetros de Albacete una TLP, una escuela de guerra que todos y cada uno de los países europeos habían rechazado contundentemente; mientras al PP le quemaban las manos de aplaudir, sólo IU se opuso a semejantes cosas. Hay guerras porque se preparan guerras. Lo dijimos en su día, lo dijimos hace unos meses y hoy, con un nudo en la garganta y muy jodidos, lo decimos y lo gritamos más que nunca: No nos gusta que se fomenten, se financien, se diseñen, se preparen, se apoyen, se entrenen guerras en ningún sitio del mundo, y eso incluye al lado de donde vivimos.





 *El Colectivo Puente Madera está formado por Enrique Cerro, Esteban Ortiz, Elías Rovira y Javier Sánchez



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