lunes, 10 de febrero de 2014

¿PODEMOS?... ¿O LA JODEMOS?

Hoy es 10 de febrero. Mañana se cumplen 141 años de la proclamación de la I República, una efeméride que suele pasar desapercibida. Aquel día la izquierda, encarnada en los republicanos ya que el movimiento obrero se encontraba en una fase incipiente, accedió al poder y comenzó a aplicar su programa transformador: abolición de las odiadas quintas, de la esclavitud, del trabajo infantil…, creación de un estado federal y laico, devolución a los municipios de las fincas usurpadas por la desamortización, fomento de la educación pública, reconocimiento de derechos y libertades plenas… Hombre, para una España todavía semifeudal aquello no estaba mal, pero pronto los mismos republicanos, divididos entre las más diversas e insólitas tribus, empezaron a tirarse los trastos a la cabeza y todo se fue a tomar viento. Cuentan que en un consejo de ministros el presidente Estanislao Figueras se levantó, pegó un puñetazo en la mesa y exclamó: “¡Estoy hasta los cojones de todos nosotros!”, tras lo cual salió dando un portazo y ya no volvió a aparecer. Los republicanos pudieron, pero al final la jodieron con su división y sus enfrentamientos para mayor regocijo de militares golpistas, caciques desalmados y curas fanáticos. Al final, volvió la derecha e hizo lo que siempre suele hacer: crear un sistema político basado en la corrupción electoral y en el turno de dos partidos que se parecían como dos gotas de agua.

            El 14 de abril de 1931 la izquierda tuvo una nueva oportunidad. En solo dos años se construyeron más escuelas que en los treinta anteriores, comenzó la reforma agraria, Cataluña obtuvo la autonomía, las mujeres alcanzaron plenos derechos políticos, la iglesia perdió sus privilegios… pero en las elecciones de noviembre de 1933 se rompió la coalición republicano-socialista y se fastidió el invento. Y volvió, tan contenta ella, la derecha, e hizo lo que siempre suele hacer: perdonó a militares golpistas, con Sanjurjo a la cabeza, fortaleció el caciquismo frenando la reforma agraria y paralizó la construcción de escuelas públicas para que un puñado de curas fanáticos siguiese haciendo negocio. Lo peor de todo fue que muchos empezaron a pensar que para ese viaje no hacían falta alforjas, es decir, repúblicas. Aunque no, mejor pensado, lo peor estaba por venir. Lo peor fue la sublevación de “las espadas, las tierras y las cruces” que comenzó el 18 de julio de 1936 y acabó con la vida de medio millón de españoles, el exilio de otros tantos y el establecimiento de una de las dictaduras más sanguinarias del siglo XX. Quizá las izquierdas pudieron defender eficazmente la república, pero posiblemente la jodieron discutiendo si había que ganar antes la guerra o hacer antes la revolución y liándose a tiros por las calles mientras el enemigo avanzaba inexorable. Paradójicamente, los mismos que se habían enfrentado en la defensa de su pureza ideológica compartieron luego paredón ante el pelotón de fusilamiento. Pero entonces ya era demasiado tarde.

            Y de toda esa historia, ¿qué hemos aprendido? ¿Cómo les explicaremos a nuestros hijos que, mientras los de siempre hacían lo de siempre (convertir la democracia en un teatro, imponer su moral religiosa, cargarse lo público, enriquecer a los ricos y empobrecer a los pobres), nosotros nos disgregábamos alegremente en una floresta de organizaciones cuya simple enumeración duplicaría la extensión de este artículo? ¿Seremos capaces de sumar fuerzas o persistiremos en contribuir a la victoria de las derechas con nuestra división? En fin, las oportunidades se acaban: ¿podremos?, ¿o volveremos a joderla, quizá esta vez definitivamente?




* El Colectivo Puente Madera está formado por Enrique Cerro, Esteban Ortiz, Elías Rovira y Javier Sánchez.

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