Dios, a pesar de su omnipresencia
y omnipotencia, llevaba una Semana Santa de locura. Se las veía y deseaba para
atender a todas las peripecias por las que estaban pasando los pasos más
populares. Dios, a pesar de que estos días sufría atribulado por la suerte de
su Hijo, no tenía tiempo para Jesucristo: toda, toda, toda su atención estaba
con los populares, que sufrían
con pánico creciente la inexorable llegada de las elecciones municipales,
autonómicas y generales.
Estaba la pobre penitente de Mariadolores
Ladelapeineta, que iba de paso en paso con cara de Dolorosa intentando dar
ánimos a todos los costaleros. “Ánimo”, les decía, “tened fe, que ya queda poco
paras las elecciones, y con suerte ninguno irá a la cárcel antes de noviembre”.
Ellos, enjugando las lágrimas bajo los capirotes de nazareno, apretaban los
dientes: “fe, hay que tener fe”. Pero, de repente, recordaban que Moreno
Bonilla, su candidato andaluz, a pesar de ser devoto de la cofradía de las
Fusionadas, se había pegado la costalada padre, y todos
echaban a temblar. Fusionadas, Preferentes, Diferidas, Gurteladas, Púnicas,
Simuladas… todas las cofradías cargaban penas secretas, penas en B que solo
Dios conocía.
Soportando el peso de los pecados
que ellos mismos, durante años, habían acumulado con avaricia, codicia y
mentira, algunos costaleros populares sufrían alucinaciones, y cuando musitaban
“Señor, ¿por qué nos has abandonado?”, veían aparecerse a Dios con su barbita
pero con gafas, hablándoles desde
una pantalla de plasma, diciendo unas veces “tranquilos hijos míos, todo es
mentira salvo alguna cosa”, y añadiendo otras “aguanta Luis”.
Y todos, vigorizados, se decían a una “aguanta Luis, aguanta,… no lo cuentes,
no seas ca…” prrrrrrrón, prrrrrrrón, prrrrrrrón-pón-pón, retumbaban los
tambores, despertando a los bebés del vecindario, multiplicando las demandas de
un “procesionódromo”
más allá de Campollano.
Dando por perdido el
paso de Valencia, cuyos ninots estaban carcomidos por la caloret
del euret, uno de los pasos que más preocupaba a Dios era el de Madrid, porque
daba unos bandazos tremendos, de acera a acera, atropellando a los creyentes: “apartar
y apartar, que os dejáis atropellar, solo pá fastidiar“, se oía cantar a la
saetera rubia Laesperanza,
que guiaba el paso como un fórmula uno. Laesperanza,
además, aprovechaba cada cruce con Mariadolores para echarle
la zancadilla, topaba con otros pasos populares y no se persignaba al pasar
por delante del Santo Plasma (o Ectoplasma). Un desastre.
El momento álgido de tanta pasión
fue el del Encuentro, cuando todos los pasos populares se reunieron en la
puerta de la
Prisión, aunque sin los trajes que lucían en la boda
de la hija de Aznar. Allí redoblaron y retumbaron todos los ayes, los
quejíos, los tambores, los sacos llenos de euros, las
bolsas B escondidas debajo de las tallas barrocas… Todos, siguiendo esa
tradición tan conforme al derecho más civilizado, esperaban ser elegidos para el
indulto por una Cofradía iluminada por Dios. Pero la Cofradía les denegó el
indulto a todos: “esperad, por lo menos, a que se pruebe lo que ya se sabe, que
en verdad merecéis ser condenados”. Bajaron la cabeza, abatidos, negaron tres y
mil veces su culpa, y dirigieron una última mirada suplicante al Santo
Plasma…y, Él, por fin, les habló con claridad: “Os lo diré, como los Papas, en
Latín: todo esto es very
dificult y tal…”. Y sin más el Plasma, pagado
en B, se apagó con un chisporroteo. El Vía Crucis hacia las elecciones se extendía
amargo, infinito, ante ellos. Prrrrrrrón, retumbaron los tambores, y los
populares arrastraron los pies hacia su destino final.
*El Colectivo Puente
Madera está formado por Enrique Cerro, Esteban Ortiz, Elías Rovira y Javier
Sánchez
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