Os lo vamos a poner
fácil. En comentarios bastará con que pongáis: ¡ya lo decíais en el título!
Para vosotros y vosotras más cómodo, y para nosotros nos valdrá el ¡ya os lo
habíamos avisado! Realmente este artículo no os merecerá la pena leerlo,
supondrá una pérdida de vuestro preciado tiempo. ¿Por qué? Bueno, ahí sí que la
cosa queda complicada de explicar.
No creemos que esto interese
mucho porque por ejemplo, vamos a rendir un pequeño homenaje a Moncho Alpuente,
recientemente
fallecido. Así, la imagen del artículo, no supone un
encarnizamiento con la figura de don Felipe, de quien ya habláramos junto con Aznar
la semana pasada. Se trata de la portada de un disco de Moncho Alpuente, quien
recupera la imagen de un sello de peseta de Franco, para crear paralelismos con
el sr. González. Corría el año 88. ¡Rescatar la imagen de Franco! ¡Por dios! ¿A
quién le podría interesar eso? Pensemos: No da votos.
Y así le fue al bueno
de Moncho, un anarco de pleno convencimiento cargado de inteligente y
sarcástica chispa, que no se casó nunca con nadie y al que las zancadillas no
le faltaron en su carrera. En 1969 (los más avezados/as caerán en la cuenta de
que es justo después del 68), en pleno tardofranquismo fundó "Las madres del cordero",
provocadores y divertidos como pocos. Luego llegó con “Desde Santurce a Bilbao
Blues Band" y "Moncho Alpuente y los Kwai". Inolvidables sus huérfanos,
sus hombres
del 600 y la versión punkie del “Al vent” de Raimon. Se
dice que le puso nombre a “la movida”. Anterior y de peores tiempos que el Gran
Wyoming, hizo varios proyectos con él, entre otros, una actualización del NODO
para un programa de Miguel Ríos. Afirmaba que estaba preparando "Franco,
el musical", en verso. Pero bueno, eso seguramente no tendría interés para
casi nadie, no daría votos (hablar de heridas sociales
abiertas, de personas homenajeadas mientras otras eran saqueadas,
asesinadas y abandonadas en las cunetas, no es estéticamente correcto).
Tampoco seguramente
daría votos ni tiene interés alguno cuanto proponía Eduardo Galeano.
Eduardo, un prolífico periodista, escritor y pensador,
autor de innumerables perlas,
que ha pasado a la historia como el autor de una que no es suya. La historia
completa es la siguiente: Estaba Galeano con Fernando
Birri, un amigo cineasta argentino, en un foro de
estudiantes en Cartagena de Indias. Birri habló de la utopía y un joven
preguntó a Fernando que para qué servía eso de la utopía. Tras reflexionar
brevemente, le contestó: “¿para qué sirve la utopía?, esta es una pregunta que
yo me hago todos los días, yo también me pregunto para qué sirve la utopía. Y
suelo pensar que la utopía está en el horizonte y entonces si yo ando diez
pasos la utopía se aleja diez pasos, y si yo ando veinte pasos la utopía se
coloca veinte pasos más allá; por mucho que yo camine nunca, nunca la
alcanzaré. Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso, para caminar”.
Galeano quedó tan impresionado de la metáfora, que citando siempre a Birri, la
usó en innumerables ocasiones. Galeano, a quien también rendimos homenaje por
su reciente fallecimiento, es el autor de “Las
venas abiertas de América Latina”, un libro imprescindible
para comprender cómo funciona el imperialismo yanqui (entre otros) y el por qué
de la miseria de la América no anglosajona. Pero bueno todo esto carece del más
mínimo interés, no interesa a nadie, invita a reflexionar, a debatir durante un
tiempo, y se pierde tiempo sin enviar mensajes maquetados y encorsetados que
ganan votos. Galeano fue finalmente, un caminante hacia el horizonte, un
defensor de la utopía, como esa utopía en que se ha convertido en España alcanzar la República…
…¿La República? ¿Veis como renglón
a renglón se confirma lo anunciado? Pero estando en Abril, no podíamos pasar
sin rendir un último y pequeño homenaje a la República. Que sí, que ya, que no
interesa a nadie y no da votos, pero nosotros, pertinaces como Julio
Anguita, compartimos con él que “república es democracia y democracia es república. Y república también es
un estado garantista, que tome la carta de derechos humanos como referencia. El problema no es que alcancemos una
república formal, sino qué tipo de república”.
En fin, si es
que alguien ha osado llegar hasta aquí, nuestras disculpas por hablar de cosas
banales, que no interesan. Al menos no diréis que no habíamos avisado…cosas sin
interés…una mierda de artículo, vamos.
El Colectivo Puente Madera está formado por Enrique Cerro, Esteban Ortiz, Elías Rovira y Javier Sánchez.
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