Por si alguien no se había enterado, la semana pasada se
produjo en Panamá una conjunción planetaria, que diría Leire Pajín. En efecto,
el planeta González y el planeta Aznar coincidieron en la VII Cumbre de las
Américas, que se celebra en aquel país centroamericano, y firmaron
al alimón una declaración que denuncia “graves alteraciones democráticas y
constitucionales” en Venezuela. El ex presidente colombiano Andrés Pastrana
afirmó que hasta entonces “solo habían firmado
juntos en el registro de algún hotel”. Pero se equivoca. Se equivoca de cabo a
rabo. Nuestros insufribles planetitas llevan décadas suscribiendo un mismo
modelo de sociedad. No es que firmen juntos en los registros de los hoteles, es
que comparten lecho. Pensando en nuestros lectores más jóvenes, recordaremos
algunos detalles de la trayectoria personal de estos dos sujetos.
Ambos
han utilizado descaradamente la mentira como herramienta política. González mintió cuando
defendió el no a la OTAN a sabiendas de que su primera acción de gobierno
sería meternos en esa organización militar. Aznar mintió como un lorito que
repite consignas cuando afirmó que sabía de buena tinta que Irak tenía armas de destrucción masiva.
Ambos
se han pasado los derechos humanos que alegan defender por el forro de sus
galones. En
el entorno del gobierno de González se creó el GAL; para quien no lo
recuerde, un grupo terrorista financiado desde el Ministerio del Interior a
partir de la idea de que al estado “también se le defiende en las cloacas”.
Aznar patrocinó, contradiciendo los dictámenes de la ONU, la Segunda Guerra del
Golfo, en la que ha muerto más de un millón de personas
y que ha provocado el colapso político, económico y social de toda aquella
región.
Ambos
han visto crecer en su entorno toda una floresta de
corruptelas que ha afectado a las más diversas instancias de la estructura
del estado. La lista sería interminable. En tiempos de González, los casos
Filesa, Juan Guerra, Luis Roldán, Mariano Rubio, Aída Álvarez o el mismo caso de desvío de fondos
reservados al GAL… son sólo algunos de los algunos jalones más conocidos de lo
que en su época se denominó “cultura del pelotazo”, que Solchaga, Ministro de Economía,
definió perfectamente al afirmar que “España es el país donde se puede ganar
más dinero a corto plazo de toda Europa”. Por lo que respecta a Aznar, baste
decir que la mayoría de los asistentes a la pantagruélica boda de su hija en el
monasterio de El Escorial (¿dónde, si no, se iba a casar la nena de un
emperadorcito?) está imputada o directamente en la cárcel. Ah, y ambos se
han hecho millonarios cobrando una pasta gansa de las mismas empresas
(González de Gas Natural y Aznar de Endesa) que ellos mismos privatizaron.
Estos
son los que se atreven a dar consejos de democracia y derechos humanos al
gobierno de Venezuela. Pero lo más estupefaciente del asunto es que González es
súper amigo, o sea, pero que súper amigo, del ex presidente venezolano Carlos
Andrés Pérez, que en 1989, ante las protestas del pueblo motivadas por los
recortes impuestos por el FMI, no dudó en ordenar una represión policial que causó entre 300
y 2000 muertos. Es lo que se conoce como el Caracazo. Fueron tantos los
muertos y desaparecidos que ni se sabe el número exacto. Huelga decir que
González no suscribió ninguna declaración al respecto. Por su parte, ese fervoroso adalid de la
democracia llamado Aznar no tuvo ninguna pega en apoyar el golpe de estado contra Hugo
Chávez en 2002.
Y
este, jóvenes lectores, es el oscuro universo político y social de estas dos tipos. Nosotros no creemos en la astrología, o sea, en la
influencia de los cuerpos celestes en la salud o el humor de las personas. Pero
cada vez que vemos en acción a estas dos estrellas
de la hipocresía, a estos dos satélites patéticos del imperialismo
estadounidense, la verdad es que inmediatamente nos entran ganas de vomitar.
Por
cierto, se nos olvidaba, mañana es 14 de abril. ¡Pues que viva la república,
pijo! ¡A por la tercera!
* El
Colectivo Puente Madera está formado por Enrique Cerro, Esteban Ortiz, Elías
Rovira y Javier Sánchez.
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