Ahora ya hay experiencias. Han
pasado las europeas y han pasado las locales/autonómicas. Ya sabemos lo que pasa.
Aunque son muy importantes, es cierto
que los españoles y españolas se han tomado con frecuencia las elecciones al
Parlamento Europeo como algo lejano, unas elecciones menores que a veces se han
usado para castigar al partido al que frecuentemente se vota o para hacer
experimentos con gaseosa.
Ya sin tanta dejadez, se toman
las locales y autonómicas. Aquí hablamos ya de quiénes gobiernan la ciudad, la autonomía donde todo
trascurre. Aquí ya no suele haber mucho margen y las cosas se toman muy en
serio.
Próximamente tendremos las
generales, y ahí ya la cosa dilucida qué país queremos. Además, se hace con una
normativa electoral injusta y cruel. Grupos con respaldo en zonas muy puntuales
y que es lógico que tengan peso dichas zonas puntuales en alcaldías y gobiernos
autonómicos, pueden tener muchísimo poder en todo el estado español, aunque
tengan 10 veces menos peso que otras fuerzas que son mucho más respaldadas en
toda la geografía.
Tras las elecciones ya realizadas
recientemente para Europa y locales /autonómicas, mucha gente ha echado cuentas. Se sabe que
la unidad de formaciones que han concurrido por separado hubiera supuesto
obtener muchísimos mejores resultados. La cosa es ya sangrante si lo
concretamos. Bastaría con mirar qué hubiera pasado con la comunidad de Madrid,
o con muy valiosos candidatos que se han perdido para Castilla-La
Mancha.
Cuando todavía se anda pactando y
no están formados los gobiernos locales y autonómicos, ahora, con tiempo por
delante, sin prisas, con criterio y con ganas de cambiar las cosas de verdad,
es el momento de plantearse si ciertamente aparcamos las escasas diferencias
para poner toda la carne en el asador por las muchísimas cosas que unen a
muchísima gente.
Pero de verdad. Aparcar las ideas
de que unos no están para salvar a otros. Aparcar las ideas de que un puñado de
recién caídos visionarios no son sino gaseosa que pronto pasarán de moda.
Aparcar la idea de no respetar a personas, a grupos o a partiditos, por el hecho de serlo.
Permitir las ideas de que todos
y todas suman. Quienes acaban de aterrizar. Quienes tienen el honor de
haber dejado años de cárcel y sentencias por haber defendido la libertad. Todos
y todas quienes decidan arrimar el hombro por acabar con estos gobiernos de
vergüenza que creen en los bancos antes que en las personas.
No nos valen quienes con la boca
pequeña dicen pedir la unidad, para con la boca grande poner condiciones y
barreras conocidamente insalvables. Estos, a un lado y a otro, solo ponen
alfombra roja a los señoritos, al capitalismo más brutal. Hay tiempo por
delante para hacerlo bien. Comencemos. No esperemos a hacer las cosas
precipitadamente y mal a última hora. No lo dejemos hasta la campaña electoral
para que esa vena cainita que brota en los momentos trascendentales entre la
gente de abajo-izquierda-transversal-social asome de nuevo. Hagámoslo con el
corazón, pero también con la cabeza, seamos inteligentes. Siempre habrá quienes
(frecuentemente ocultos) hagan todo lo posible por evitarlo y enarbolar sus
fobias, pero la inmensa mayoría quiere y necesita esa unidad. Ahora es cuando
se cambian los gobiernos, ahora es el momento de unirse. Una vez definidas las
candidaturas, solo quedará hacer
frente común o nuevamente sacar las navajas ante los iguales. ¿Queremos
hacer cosas nuevas o lo de siempre?
En nuestras manos está, no nos
miremos el ombligo, no seamos burros.
*El Colectivo Puente Madera está
formado por Enrique Cerro, Esteban Ortiz, Elías Rovira y Javier Sánchez.
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