El pasado jueves, 26 de marzo, la
Ley Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana, más conocida por “Ley
Mordaza”, fue aprobada definitivamente en el Congreso de los Diputados,
únicamente con
los votos en solitario del PP. Ha salido adelante junto con la reforma
totalmente regresiva del Código Penal, siendo una ley antidemocrática y
represiva que sólo intenta perseguir la protesta.
En pleno siglo XXI, en un país
supuestamente democrático, se va a criminalizar
la protesta de la ciudadanía. ¿Aún no sabe Fernández Díaz que sin protesta
no hay democracia? Luego si se persigue, se sanciona y se reprime la libertad
de expresión, estamos tumbando uno de los pilares en los que se sustenta el
sistema democrático. La Ley Mordaza refleja claramente el grado facistoide de
este gobierno que, cuando algo le molesta, legisla para que sea delito o falta,
como haría un dictador, apelando a su mayoría absoluta que utiliza para
favorecerse a sí mismo y en
perjuicio de la ciudadanía.
Esta normativa restringe de forma
progresiva las libertades en nuestro país, está orientada a generar miedo en la
ciudadanía para que se exprese libremente, miedo a ejercer los derechos que son
propios de cada una de las personas de Españistán. Cuestiones que antes
estaban tuteladas judicialmente, pasan ahora a depender de la autoridad
administrativa, es decir de los comisarios políticos del gobierno de turno, que
podrán poner sanciones desproporcionadas a
los que osen protestar contra las medidas adoptadas por un ejecutivo que ha
perdido totalmente el norte. Insistimos que con esta ley se hiere de muerte los derechos y
libertades básicas de los españoles y españolas, como son el derecho
a reunión pacífica, manifestación, expresión e información. ¿Lo vamos a tolerar?
Este gobierno del Partido
Popular, es el mismo que acusa a Nicolás Maduro de dictador y exige la libertad
del organizador de las guarimbas, que consistieron
en la toma de un barrio con piquetes armados, la quema de centros sanitarios
regidos por cubanos, destrozos incalculables y cuarenta muertos. Para Rajoy y
sus ministros, esta protesta en Venezuela estaba justificada y defienden a sus
instigadores; sin embargo en España que nadie evite un desahucio, que nadie proteste contra los
recortes en los servicios públicos, que nadie se atreva a levantar la voz en
contra de los corruptos que nos roban a manos llenas, que nadie salga a la
calle a pedir pan, trabajo y techo,… eso es otra cosa. Los canallas tendrán que
salir del parlamento, nuestros votos son la clave, nuestras libertades no
pueden estar en manos de unos depredadores que nos quieren calladitos, sumisos y en casa,
ingiriendo nuestra dosis diaria de telebasura adormecedora.
Los últimos coletazos de
este gobierno neofranquista nos hacen retroceder décadas, nos devuelven a la
caverna. No nos merecemos esta ley inconstitucional que incumple los Derechos
Humanos, que legaliza la devolución en caliente de inmigrantes
y les niega el derecho a la asistencia jurídica, con esa nueva figura llamada
“el rechazo en frontera” se perpetra un nuevo ataque contra los más
desfavorecidos. Importa muy poco las críticas de organismos internacionales
sobre esta materia, el PP a lo suyo, a legislar a favor de la seguridad de unos pocos, que son los que están llevando a la
ruina a este país.
La movilización ciudadana
debe seguir, para lograr una amplia conciencia social contra esta ley represora, y obligar a que
tras las próximas elecciones generales, cuando cambie la mayoría parlamentaria,
los partidos que se han comprometido a derogar esta norma cumplan su palabra.
Ninguna mordaza nos hará callar,
seguiremos defendiendo nuestros derechos en las calles y allí donde haga falta.
La criminalización de la protesta nos lleva a un estado policial, pero no
estaremos inmóviles, lucharemos con todos nuestros recursos para que exigir lo
que es nuestro, para revertir esta maldita situación. La democracia la
construimos entre todas y todos. Cuando la injusticia se hace ley, la
resistencia se convierte en un deber. ¡La lucha sigue!
*El Colectivo Puente Madera está formado por Enrique Cerro, Esteban
Ortiz, Elías Rovira y Javier Sánchez