La lógica gubernamental del
PP en las políticas de inmigración puede resumirse en dos palabras: todo vale.
En la terrible represión que se está realizando a nuestros vecinos del sur,
sirve cualquier método para evitar su llegada a territorio español. No han
bastado cuchillas
y concertinas, no; tampoco se conforma Rajoy y su ministra Mato en retirar
la atención
sanitaria a los extranjeros en situación irregular en nuestro país. No ha
sido suficiente. El uso de pelotas
de goma en aguas de Ceuta que provocaron pánico y muerte de algunos
subsaharianos no era bastante. Lo más reciente nos avergüenza en grado extremo.
Nos referimos al uso de gas
pimienta y extintores para evitar
que los inmigrantes pudieran dar el salto de las enormes vallas de
Melilla y se adentraran en esta Europa hipócrita, que ya no desea mano de obra
barata por el pufo de las burbujas inmobiliarias. Aquí vale todo, aunque sea
ilegal y atente contra los derechos humanos de aquellos que han cometido el
“delito” de buscar una vida mejor. Todo vale.
Decimos alto y claro que se están incumpliendo
las leyes internacionales con respecto al control fronterizo y a los
procedimientos de asilo. Las llamadas devoluciones
en caliente no son más que una burda maniobra ilícita que tenía que hacer
dimitir al ministro Fernández Díaz. Pero aquí nadie dimite, aunque haya muerte
provocada por estas irracionales medidas. Todo vale en nuestro sagrado
territorio patrio.
Nadie se va de su casa en busca de lo
desconocido por puro capricho. Cabe recordar que muchísimos de los inmigrantes abandonan
sus países para salir de la pobreza, para evitar persecuciones políticas,
guerras fratricidas o desastres naturales. No olvidemos que en en ese tortuoso
recorrido, miles y miles de hombres, mujeres y niños quedan
en el intento, sin que nadie asuma responsabilidad alguna. Aquí vale todo.
En contraposición con esta
dramática situación, utilizamos en nuestro país otra vara de medir diferente
para que los europeos no comunitarios puedan obtener el permiso de residencia. En
este sentido, no todos valen. Únicamente
los ricos, muy ricos, podrán acceder al papelito que les permite vivir
en España. El único requisito es ese, que tengan mucho dinero. Lo importante es
hacer caja, solo necesitan hacer
una inversión significativa de capital o compren una vivienda a partir de
500.000 euros. Y a los pobres africanos solo concertinas, pelotas de goma, gas
pimienta, devoluciones en caliente y un sinfín
de medidas inhumanas propias de gentes sin civilizar.
Los datos y las decisiones
políticas retratan, desgraciadamente, a nuestros gobernantes que culpan
a los inmigrantes pobres del sur de la mayoría de nuestros males,
aumentando así la xenofobia a nuestro alrededor. No deseamos más cortinas de
humo, las políticas de inmigración no pueden hacerse contra aquellos que nada
tienen.
Por esto, en vísperas de las
elecciones
del próximo 25 de mayo, resulta imprescindible poner de manifiesto que la
gestión de las fronteras externas de la Unión Europea debe hacerse desde una
perspectiva de derechos humanos, donde la protección de la vida de las personas
sea el valor principal. A nosotros no nos vale todo, y la crueldad de los que
nos desgobiernan con los más débiles ha llegado a un límite intolerable.
*El
Colectivo Puente Madera está formado por Enrique Cerro, Esteban Ortiz, Elías
Rovira y Javier Sánchez
No hay comentarios:
Publicar un comentario