Si hace unas semanas hablábamos
de la anosmia como la falta de olfato que estaba
desarrollando la sociedad, hablamos hoy de la hipoacusia que padece nuestro gobierno, entendiendo ésta
como la pérdida parcial (ya casi sordera total) de la capacidad auditiva que se
le debe suponer.
Al gobierno le gustaría
que la gente se quedase en
casita, sin rechistar y aplaudiendo mientras se observa cómo se va quitando
a los que menos tienen para darlo a los que tienen mayores riquezas. Y bueno,
si para que no se diga tienen que salir, pues que parezca que no salen, y si se
nota, pues que se den un paseo y vuelvan a su casa sin que se les note ni oiga mucho.
Claro, cuando un millón de personas salen a la calle, se espera la sensibilidad
por parte de quien gobierna, y que haya al menos algún guiño que dé a
entender de que se ha recibido el mensaje. Quien cada cuatro años recibe en las
urnas la confianza de un pueblo de gobernar, no
puede esperar un cheque en blanco de otro cuatrienio, debe recibir y enviar
una retroalimentación diaria de lo que están pidiendo sus ciudadanos y
ciudadanas. Cuando la gente habla claro y fuerte, y no se le atiende, es de
esperar que la gente hable
más claro y más fuerte la siguiente vez.
Tras
lo vivido el pasado 22-M con las marchas de la dignidad, no
podría esperarse otra cosa que cambios en determinadas parcelas de las
políticas del gobierno. Cuando en vez de hacer eso se acaban creyendo las
cifras que sus propios medios asalariados les ofrecen, se acaban por meter en
la retina las imágenes del comportamiento de minorías en vez de ver la gran
masa social que salió pidiendo cambios, se acaba por fomentar que la gente
salga más y con peor humor. Pretender que se privatice hasta el oxígeno y se
expolie al pueblo sin que nadie diga nada es absurdo.
Ahora, se comenzarán
movilizaciones puntuales, por ejemplo contra las políticas de empleo (¿o
tampoco el paro existente es motivo de queja, señores y señoras del PP? bueno, Rajoy
es feliz con los 5.933.300 parados). Podrán echar la
llave al SEPE (CAM), podrán enviar a cuanta policía deseen enviar, pero la gente
seguirá dejándose oír. Y aunque no les guste, les retumbarán las voces de
los parados, las de los desahuciados, las de los inmigrantes,
las de los emigrantes, las de los trabajadores/as sin derechos, las de los
trabajadores/as recortados/as, las de los pensionistas,
las de quienes necesitan cuidar su salud, las de quienes requieren de una
educación de calidad, las de los jóvenes, las de las personas
dependientes,… ¡vaya! esta gente, además de a sí mismos, ¿ha escuchado
alguna vez a alguien?
*El
Colectivo Puente Madera está formado por Enrique Cerro, Esteban Ortiz, Elías Rovira
y Javier Sánchez
No hay comentarios:
Publicar un comentario