*Colectivo Puente Madera
Bueno, ya
estamos en 2014. Como cada año por estas fechas, mucha gente, apesadumbrada por
los excesos cometidos, se plantea reorientar sus hábitos y sus esquemas de vida.
Es curioso: la Navidad
no llena las iglesias, pero termina llenando los gimnasios.
En cualquier caso, el comienzo
de un nuevo ciclo siempre es una buena oportunidad para reflexionar acerca de
quiénes somos y adónde vamos, no sólo como individuos sino también como
sociedades. Hay quien lleva tiempo hablando de reiniciar
el sistema, pero todo el mundo sabe que cuando reiniciamos el ordenador
vuelven a cargarse los mismos programas, y esos programas ya no nos valen.
Están corruptos, se cuelgan, entran en bucle. Y son engañosos. Están infectados
por el peor de los virus: la mentira.
Una mentira que genera mundos virtuales ajenos a la realidad.
Porque es mentira que tengamos
democracia. Una ley
electoral concebida para reimplantar el turno de partidos impide que el
sufragio represente realmente la
voluntad popular. Los programas electorales se han convertido en el timo de la
estampita. Salvo excepciones, los diputados de las formaciones gobernantes no
son más que marionetas al servicio de unas cúpulas dirigentes que, a su vez,
actúan al dictado de los poderes financieros. En todo ese proceso, la
ciudadanía apenas ejerce de comparsa o decorado. Y, mientras tanto, la protesta
social se reprime mediante amenazas, sanciones o empleando directamente una violencia
que resulta desconcertante en un país supuestamente civilizado.
Es mentira que el modelo
económico de libre mercado genere riqueza
y prosperidad para todos. No es verdad lo de que tiene que haber ricos
porque ellos reinvierten sus beneficios y así generan progreso social. Muy al
contrario, un porcentaje incalculable de sus ganancias acaba en paraísos
fiscales (que muchas veces son las cajas de seguridad de nuestros propios
bancos) o se dedica a extorsionar a los estados especulando con la deuda
pública. La mano invisible nunca es neutral: a unos les llena los bolsillos con
fajos de billetes y a otros los hunde en la miseria. Sin desigualdad, es decir,
sin explotación, o sea, sin
esclavitud, no hay capitalismo.
Es mentira que nuestra
Transición fuera un proceso modélico. Lo lideraron las mismas élites
dirigentes del franquismo. Mantuvo (y mantiene) tirados como perros en las
cunetas a más de 100.000 republicanos fusilados por la dictadura. No se puede
edificar la democracia sobre esos cimientos. La Constitución no emanó de unas
elecciones a Cortes constituyentes en las que cada partido pudiese presentar al
pueblo su proyecto de carta magna, sino que fue diseñada por una comisión que
la cocinó y la sometió
a referéndum sin alternativa. Como las lentejas: si quieres las tomas y si
no… ¡te jodes! Nadie ha sido nunca preguntado por el modelo de estado
(monarquía o república), ni por el modelo territorial (autonomía,
federalismo…), ni por la relación iglesia-estado… Y por si fuera poco, PP y
PSOE pactan, de nuevo a espaldas del pueblo, una
reforma que antepone el pago de la deuda externa al pago de las pensiones o
la Seguridad Social. De dictadura (militar) a dictadura (financiera), y tiro
porque me toca.
No, el sistema no necesita un
reinicio. No necesitamos recargar los mismos programas putrefactos. Nuestro
país exige un formateo de pies a cabeza. Dicho de otro modo, por si alguien no
controla esto de la informática: hace falta un proceso constituyente que afecte
a las estructuras legales, políticas y económicas más profundas y que tenga
como protagonistas
a los ciudadanos. Hace falta urgentemente, en definitiva, una revolución
pacífica, gozosa y solidaria, y el año 2014 puede ser la ocasión perfecta.
@CPuenteMaderaAB
*El Colectivo Puente Madera está formado por Enrique Cerro, Esteban Ortiz, Elías Rovira y Javier Sánchez
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