* Colectivo Puente Madera
Decía Margaret Thatcher, nodriza ideológica de la que se alimentan nuestros
conservadores patrios, que no existía la sociedad, sino tan solo los
individuos. O sea, que no somos más que un conglomerado de sujetos que cohabitan y
compiten, cada uno como puede, por alcanzar el máximo beneficio personal
posible. Y punto. Ese es el orden natural en que se desenvuelve el ser humano.
Eso es el capitalismo.
Afortunadamente,
los científicos, que saben algo más de la naturaleza que la Dama de Hierro, e
incluso que José María Aznar, llevan una década informándonos de la existencia
de las denominadas neuronas espejo, que nos permiten comprender a
los demás, empatizar con ellos y comportarnos de forma solidaria. Lo
natural, por lo tanto, no es pisarle el cuello al vecino de al lado, sino
ofrecerle nuestra mano para caminar y construir juntos. Curiosamente, la
neurología ha venido a dar la razón a Marx frente a Adam Smith.
Los
trágicos sucesos ocurridos la semana pasada en Santiago corroboran lo
anteriormente dicho. En cuanto se produjo el accidente, una multitud de
personas se arrojó literalmente a las vías para ayudar. Gentes sencillas, trabajadores, habitantes de la periferia,
que en ocasiones tuvieron que romper las vallas protectoras o los cristales de
los vagones a puñetazo limpio para acceder a los heridos, que los transportaron
con sus propios brazos, que llevaron las primeras mantas y las primeras
botellas de agua, que luego acudieron en masa a donar su sangre… En estos tiempos turbios, enrarecidos por toda una legión
de urdangarines, bárcenas, gurtelianos, sobresuelderos, comisionistas,
defraudadores, puertagiratorios y demás chupópteros, reconforta asistir a un
estallido espontáneo de altruismo como el que hemos vivido.
Como
también reconforta comprobar que los servicios públicos, es decir, la sociedad
cuya existencia ignoraba la Thatcher y que nuestros gobernantes están empeñados en desmantelar,
respondieron perfectamente. Y lo hicieron gracias, entre otras cosas, a que
muchos denostados funcionarios compensaron con su coraje y su abnegación las
carencias que los recortes y las privatizaciones están provocando en todos los
sectores.
Ha
sido muy duro el drama que ha vivido España durante estos últimos días. Desde
este humilde rincón queremos mandar un abrazo a los familiares y amistades de
las víctimas, pero también a todos los hombres y mujeres que, voluntariamente o
como profesionales, han participado en las labores de socorro. De las grandes
tragedias suelen derivarse grandes lecciones, y en este caso la enseñanza es
clara: no, no somos solo individuos, sin los otros no somos nada. La vida no es
solo una concurrencia caótica de egos, sino una posibilidad infinita de
experiencias compartidas, una trama densa de interrelaciones al margen de la
cual nada tiene sentido. Por eso, estamos obligados a defender lo común, lo público, lo de todos, con
el corazón abierto de par en par, empleando en ello todas nuestras fuerzas y
resistiendo hasta el último aliento.
*El Colectivo Puente Madera está formado por Enrique Cerro, Esteban Ortiz, Elías Rovira y Javier Sánchez
Artículo publicado en
tualbacete.com
@CPuenteMaderaAB