Artículo publicado en el diario "La Verdad" (Edición de Albaete).
24-01-2013
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La verdad siempre prevalece, pero no siempre sucede lo mismo con la justicia. El tiempo pone a cada uno en su lugar, pero la justicia no siempre juzga a todos los que se lo merecen, y otras veces lo hace demasiado tarde. Es lo que sucede con el caso Gürtel, que se arrastra desde hace años dejando un rastro de podredumbre en medio de un país que sufre el pillaje desgobierno del capitalismo, un rastro que parece que incluye invisibles sobres de sobresueldos repletos de dinero negro que sobrevuelan el planeta desde Suiza a Nueva York y desde Argentina a Génova.
No se sabe si alguno de esos sobres aterrizó en la sede del PP, pero ninguno de sus dirigentes ha negado rotundamente su existencia, y ninguno de ellos se ha querellado contra la prensa que ya ha recogido el testimonio de algún “untado”. En el PP han dicho que cada palo aguante su vela (o cada bolsillo su sobre), pero no lo han negado. Algo amargamente decepcionante para todos que los han votado, ¿no? Y también para los que no los votaron, pero que sufren sus despiadados y prepotentes recortes, ¿no?
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Más allá de las políticas del PP, más allá de la corrupción, es algo más importante lo que está en cuestión: es la democracia en sí. Diderot y D'Alambert, en la Enciclopedia que afiló las guillotinas de la Revolución Francesa, valoraban pesimistamente el futuro de la democracia: “El destino de este gobierno, admirable en principio, es concluir casi infaliblemente siendo presa de la ambición de algunos ciudadanos...”. Lástima que los padres revolucionarios tuvieran tanta razón, aunque también apuntaron que “la igualdad es el principio y el fundamento de la libertad”.
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La cuestión clave es esa: es si la democracia es solo una herramienta en manos del capitalismo salvaje (como hasta el momento han demostrado PP y PSOE) o si realmente puede ser capaz de garantizar la libertad, la igualdad y una vida digna a todos los ciudadanos. Por ahora, el balance es tristemente insuficiente... pero no nos valen ni las vueltas atrás ni las piruetas. Necesitamos más democracia, pero sólo hay democracia si hay igualdad, y sólo hay igualdad si es el interés colectivo, y no el dinero, el que gobierna la sociedad. Y esa es la revolución democrática que tenemos pendiente. Y la pregunta ya solo es: ¿cómo la vamos a hacer?
*El Colectivo Puente Madera está formado por Enrique Cerro, Esteban Ortiz, Elías Rovira y Javier Sánchez
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