Colectivo Puente Madera*
Artículo publicado en el diario La
Verdad (Edición Albacete). 10/05/2012
Para los que
hemos pasado los cuarenta en muchas ocasiones sigue siendo más fácil pensar en
pesetas que en euros. Ya nos vamos haciendo idea de lo que vale un café, aunque
a algunos todavía les cuesta, como le pasa al Consejero de Sanidad de
Castilla-La Mancha o en su día le sucedía a Solbes. Pero las grandes cifras se
nos siguen resistiendo: si un yate costara, por ejemplo, 846.000 euros, un
amigo tendría que soplarnos al oído "¡ojo, que son más de ciento cuarenta
millones de pesetas!".
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Agencia EFE |
Es lo que nos
pasa con la indemnización que José
Ignacio Goirigolzarri, el nuevo presidente de Bankia, recibió hace dos años al
abandonar el BBVA: 68'7 millones de euros. Cualquiera de nosotros pensaría
"¡Vaya, eso debe ser muchísimo!" Mucho es; pero, claro, cuando a uno
le vuelven a soplar "¡no te lo pierdas, 11.404 millones de pesetas!",
ya es cuando nos caemos patas arriba. On-ce-mil-y-pi-co-milloooooooones. Sí,
pásmese usted también.
El señor
Goirigolzarri, tras la vergonzosa espantá de Rodrigo Rato, es quien va a
gestionar los aproximadamente siete mil millones de euros (más de un billón de
pesetas, más o menos lo que supone el recorte en sanidad y educación) que
Mariano Rajoy va a entregarle para mantener a flote un chiringuito cargado de
ladrillos tóxicos. Es curioso, la explosión de la especulación inmobiliaria
animada por los gobiernos del PSOE y del PP, ha arrojado al vacío a millones de
trabajadores y miles de pequeñas empresas, sin paracaídas para que no se estrellen
y sin flotador para que no se ahoguen. A ellos no hay quien los salve ni quien
los mantenga a flote, pero a los agentes económicos que financiaron aquella
locura no les han faltado flotadores pagados por todos nosotros.
Los que esto
escribimos apoyamos decididamente las reivindicaciones de nuestros compañeros
de las plataformas de defensa de los servicios públicos... pero a partir de
ahora, desde la cruda realidad, tendremos que ser sinceros con ellos: "lo
sentimos, no podemos dedicar nuestros impuestos a financiar hospitales y
escuelas rurales... es que estamos pagando los ladrillos tóxicos de
Bankia".
Hay quien dice,
con cierta dosis de lógica, que si no se ayuda a Bankia (y a los demás
intoxicados que vengan detrás), este sistema se hunde... por lo tanto, los
ciudadanos de a pie, las clases bajas y esa especie en vías de desaparición
llamada clase media, hemos de hundirnos en la Historia retrocediendo a las
condiciones de vida del siglo XIX para que los que han reventado el estado del
bienestar puedan seguir flotando, eso sí, con los bolsillos repletos de
billetes lilas (nos han dicho que existen de verdad, aunque ni siquiera
Hacienda los haya visto).
Bien, la
argumentación tiene su lógica, pero la de la siguiente pregunta no es menor: si
este sistema funciona así, ¿no sería mejor cambiarlo, por el interés de la
mayoría? Bueno, nos dirá alguien, esto es demasiado complicado para que ustedes
lo entiendan, y mucho menos para que lo arreglen, dejen esto en nuestras manos.
Deben haber leído a Bertolt Brecht:
“Los que roban la carne de la mesa
predican resignación.
Aquellos a los que están destinados los dones,
exigen espíritu de sacrificio.
Los hartos hablan a los hambrientos
de los grandes tiempos que vendrán.
Los que llevan la nación al abismo
afirman que gobernar es demasiado difícil
para el hombre sencillo".
*El Colectivo Puente madera está formado por Enrique Cerro, Esteban Ortiz, Elías Rovira y Javier Sánchez
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