En mi reciente visita a
Barcelona, tuve la ocasión de charlar en la Plaza Sant Jaume con algunos
miembros del 15 M. Discutimos sobre el
futuro del caso Urdangarín y llegamos a algunas conclusiones que quiero
compartir.
Somos muchos los que esperamos que la justicia siga su curso y llegue hasta
el final. Pero mucho me temo que firmarán ante el juez, antes de que empiecen
las comparecencias, un pacto global de culpabilidad jurídica compartida e
individualizada entre los actuales imputados. Abonarán el importe global de lo
que se han “llevado o defraudado”, tanto en la pública como en la privada
(alguien pondrá el dinero). Una vez admitida la culpa y pagados/garantizados
los daños, oído el fiscal, el juez dictará auto/sentencia de la pieza separada
25, poniendo fin al procedimiento.
¿Por qué pueden hacer esto?
Porque así evitarán el proceso,
con su repercusión mediática, nacional e internacional. Impidiendo que surjan
otros posibles imputados, que saldrían a través de la causa y apuntarían a la Infanta Cristina, así como
subiendo en la pirámide, quién sabe al rey por presunta culpabilidad de haber
conocido unos hechos delictivos, y como Jefe del Estado, funcionario público al
fin y al cabo, no haberlos puesto en conocimiento del Fiscal General del Estado
u otra autoridad competente en la materia, como es obligación en nuestro
ordenamiento jurídico, constitucional, sin restricciones ni distinción de tipo
alguno. Hay demasiadas implicaciones para la corona, el gobierno y otras
instituciones públicas, como para dejar que el caso les estalle entre las
manos, sin que tomen “medidas”.
Además a la larga el país “pagaría” las
consecuencias del daño causado, tanto dentro como fuera, pues a la indignación
y cabreo que se iría generando dentro de la crisis económica/política o de
valores éticos que estamos viviendo, el efecto dominó podría ser imparable,
incluso para aquellos que se creen poder controlar el sistema.
Así que, Urdangarín y su familia política ¡salvados!.
Aberrante.
¿Podrá ocurrir esto? Muy pronto
lo comprobaremos.
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